La Confirmación, es el tercer sacramento de iniciación, establece a los jóvenes adultos como miembros de pleno derecho de la fe. Este sacramento se llama Confirmación porque la fe dada en el Bautismo ahora está confirmada y fortalecida. Durante tu Bautismo, tus padres y padrinos hacen promesas de renunciar al pecado y criarte y creer en Dios y la Iglesia en tu nombre. En la Confirmación, renuevas esas mismas promesas, esta vez hablando por ti mismo.
Durante la Confirmación, el enfoque está en el Espíritu Santo, quien confirmó a los apóstoles en Pentecostés y les dio valor para practicar su fe. Los católicos creen que el mismo Espíritu Santo confirma a los católicos durante el Sacramento de la Confirmación y les da los mismos dones.
Tradicionalmente, los siete dones del Espíritu Santo son sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza (coraje), conocimiento, piedad y temor del Señor. Estos dones son gracias sobrenaturales dadas al alma. Los 12 frutos del Espíritu Santo son caridad, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, apacibilidad, fe, modestia, continencia y castidad, cualidades humanas que pueden ser activadas por el Espíritu Santo.
La Confirmación de Adultos es un curso de 10 semanas. La hora y el lugar de la confirmación variarán según el horario de los arzobispos.
Mínimo 10 personas para el inicio de clases.
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La confirmación se celebra al final del segundo año. La preparación sacramental comienza en el primer año y se requiere inscripción en Formación en la Fe – Ministerio Juvenil: durante ambos años de este período de preparación de dos años.